Una estación de esquí y la codicia: un fraude de 350 millones de dólares

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Este es el primero de varios artículos en los que cubriremos como se gestó el mayor fraude de la historia de Vermont (EEUU) basado en la estación de esquí Jay Peak Resort y cómo su promotor construyó una nube de humo que dejó a los habitantes locales únicamente con un proyecto a medio acabar. Este caso nos acerca la realidad de algunos macroproyectos urbanísticos, que lejos de convertirse en una solución se convierten en un gran problema.

Nuestro artículos están basado en el proceso judicial del Estado de Vermont, en la publicación de más de 150.000 documentos del caso una vez este estuvo cerrado y en los artículos de Burlington Free Press.

Las bases de la historia

Jay Peak Resort, una estación de esquí situada a pocos kilómetros de la frontera canadiense en Vermont es famosa por contar con la mayor cantidad de nieve de todo el Este de Estados Unidos. Tras una serie de ampliaciones financiadas por inversores extranjeros a través del programa de desarrollo económico EB-5, como un rocódromo y un campo de golf, la estación fue convirtiéndose en un atractivo turístico de primer nivel para todo tipo de público durante todo el año.

Pero en 2007 un anónimo comprador llamado Ariel Quirós, cargado con su propio abogado especialista en el mercado inmobiliario llegaron a la zona. Quirós llevaba años comprando terrenos y apartamentos en la zona, repleta de bosques y lagos, con pequeños pueblos de difícil acceso y un sentimiento conjunto de vocación de prosperar en un territorio donde el desarrollo económico no había llegado para quedarse.

 Quirós, en aquel momento alrededor de los 50 años de edad, condujo a su abogado, Fred Burguess al Jay Peak Resort ¿Por qué razón? El anterior dueño de la estación había muerto, con lo que todo el resort estaba en venta por parte de su familia. Pero Quirós sabía que un potencial comprador no solo se haría con la estación a un buen precio, Jay Peak contaba con más de 18 millones de euros en efectivo para realizar mejoras en las pistas.

¿El problema? Quirós no tenía el dinero suficiente para poder comprar Jay Peak, pero encontró la forma de hacerse con él mediante una serie de trampas y engaños que costaron muchos años de investigación esclarecer.

Muy pocas personas en Vermont conocían el nombre de Ariel Quirós, incluso cuando toda la trama comenzó a comprar terrenos y propiedades a un ritmo nunca visto por entonces. Cuando todo el entramado se desmoronó, salió a la luz el mayor fraude de la historia del Estado de Vermont, todo, comenzando con una pequeña estación de esquí.

“Lo haremos nosotros mismos”

Jay Peak había pasado por mejores momentos. La muerte del propietario canadiense del resort había despertado una pandemia de inquietud en el valle. La familia del sueño únicamente estaba interesada en deshacerse de la estación cuanto antes, al ser su única y ultima propiedad den Estados Unidos, para salir finalmente del país.

Ariel Quirós, que vivía en Florida, conocía bien la zona. Tenía un apartamento en Jay Peak y viajaba frecuentemente durante el invierno para esquiar en sus boscosas laderas repletas de la mejor nieve polvo de Estados Unidos. Además, como buen hombre de negocios, rápidamente se había hecho amigo del actual director de la estación, Bill Stenger.

Ariel sabía que la estación estaba preparada para seguir mejorando y ampliarse, y que el propietario canadiense había dejado preparados casi 20 millones de dólares en el banco para ello. Para ello, Ariel se ofreció para buscar un buen comprador a la estación, y puso en contacto al director con un puñado de inversores de Corea del Sur.

El presidente de Jay Peak Resort, Bill Stenger, observa los planes y mapas de desarrollo en 2012. Free Press

Pero finalmente Quirós y Stenger decidieron que los compradores coreanos no iban a encajar bien, asique decidieron comprar ellos mismos el Resort.

En un lugar donde los puestos de trabajo surgen con cuentagotas y los nuevos proyectos son casi una quimera, este nuevo impulso a Jay Peak se vio como la salvación de toda la zona. No solo eso, sino que el dúo se comprometió a respaldar cualquier ampliación posible de la estación fuera cual fuera el coste de la misma. Tanto empresarios como políticos locales y estatales los acogieron como auténticos salvadores.

Una relación de confianza

Stenger, el antiguo director de la estación se convertiría en el socio clave en la nueva aventura empresarial de Quirós. Ambos encontraron a un socio y con los mismos intereses en el otro, con lo que desde el primer momento encajaron a la perfección.

Pero su relación no se fraguó durante la compra de Jay Peak, sino que venía de muchos años atrás. A finales de los años 90, Quirós, quien ya conocía a Stenger, le pidió comprar la mejor casa del Resort, por 300.000 dólares en efectivo y con tan solo un apretón de manos. Stenger, que había estudiado para sacerdote y después de casarse se dedicó a la  venta de seguros antes de recalar en el área de Jay Peak, era por aquel entonces un gestor de apartamentos turísticos en la zona, con hambre de más, no solo acepto el trato, sino que quedó prendado de Quirós “Cuando compró esa casa con un apretón de manos, supe que era un tipo con el que se podía hacer tratos”, declaró Stenger en una entrevista en 2013.

Con los años, Stenger se convirtió en todo un referente en la venta de apartamentos y planes de expansión del Resort, tanto a inversores extranjeros como a los políticos locales, incluyendo al propio Gobernador del Estado de Vermont, que llegó a nominarlo como ciudadano del año

Ariel Quiros, segundo por la derecha y Bill Stenger, segundo por la izquierda, posan con el gobernador de Vermont y la delegación del Congreso, incluidos el senador Patrick Leahy y el senador Bernie Sanders, en septiembre de 2012. Vermont Filings

Por su parte Ariel Quirós tenía fama de rico hombre de negocios acaudalado, habiendo servido en el ejército, diez años haciendo negocios en Corea del Sur y con un imperio de importación a estados unidos de metales y textil coreano.

Pero más allá de esa hoja de presentación, Quirós no era ese exitoso empresario que quería hacer parecer, varios de sus proyectos empresariales no habían siquiera despegado o directamente estaban en bancarrota, desde inversores en Jeeps de segunda mano, empresas médicas y farmacéuticas en Corea o el desarrollo de espejos inteligentes llamados QMirror.

Quirós vivía en el centro de Miami, desde donde dirigía sus empresas, asentadas en familiares y gente de máxima confianza y sujetas por una estructura de mando jerarquizada y estricta que recordaba a las organizaciones militares. 

Enhorabuena! Has llegado al final de la Parte I de nuestra serie sobre el fraude de Jay Peak Resort, si quieres estar al día de las próximas publicaciones puedes seguirnos en Facebook, Twitter o Instagram o suscríbete a nuestra newsletter mensual.